Pero sí, a veces puede dar pena o parecer complicado, sobre todo si no estamos acostumbrados a tener conversaciones abiertas sobre sexo.

La buena noticia es: todo se puede hablar, y mientras más claro, mejor se disfruta.

Primero: tus gustos son válidos

Lo que te excita, te interesa o te incomoda no necesita justificación. Todos tenemos gustos diferentes, y eso no te hace raro/a, “demasiado” o “poco” sexual.

👉 Ejemplo: “Me gusta que me besen el cuello” o “No me encanta el sexo oral”.

Está bien. No hay un manual único.

Y tus límites también son sagrados

Decir “esto no me gusta” o “aquí no me siento cómodo/a” no te hace menos sexy, ni apaga el momento.

De hecho, hablar con claridad puede aumentar la confianza y la conexión.

👉 Tip cool: usa frases como...

1. “Eso no me prende mucho, pero podríamos probar otra cosa”
2. “Tengo curiosidad por esto, ¿te gustaría intentarlo?”
3. “Prefiero no hacer eso, pero me encanta cuando…”

¿Te da pena? Aquí unos hacks:

1. Usa el humor
2. El sexo no es tan serio como lo pintan. Puedes decir algo como:

“Oye, esto suena medio loco, pero tengo ganas de probarlo…”

1. Hablen antes o después del momento íntimo
2. No todo se tiene que decir en plena acción. Una plática ligera tomando café puede abrir la puerta a conversaciones más profundas.
3. Haz preguntas también
4. No solo hables tú. Interésate en lo que la otra persona quiere.

“¿Hay algo que te gustaría intentar que no hayamos hecho?”

1. Normaliza el “no sé”
2. Está bien no tener todas las respuestas. Puedes decir:

“No sé si me va a gustar, pero podríamos ir lento y ver qué tal.”

💬 Comunicación sexy = sexo más chido

Cuando ambos se sienten cómodos para decir lo que les prende o lo que les incomoda, el encuentro se vuelve más auténtico, libre y placentero.

✨ Recuerda: hablar claro no mata el deseo, lo enciende más.